sábado, 26 de agosto de 2023

XXI Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A

 XXI Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 16, 13-20) – 27 de agosto de 2023



El evangelio de hoy nos pone a reflexionar a cada uno de nosotros, con dos preguntas, muy simples, pero profundas:

Evangelio según san Mateo 16, 13-20

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan, el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".

Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

Reflexión:

¿Para mí, quién es Jesús?

Las respuestas a estas dos preguntas, antes de darlas, nos ponen a reflexionar sobre nuestra historia personal, sobre lo que hemos aprendido, tanto en la vida (familiar e interpersonal), como en la escuela (catequesis, sistema escolarizado de cada nivel cursado), que son reflejo de la cultura de nuestro tiempo…

§  ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? En un principio, mi respuesta es lo que he aprendido de otras personas sobre quien es Jesús, quienes a su vez lo aprendieron de alguien más: abuelos, padres, familiares, amigos, catequistas, maestros, gente de los medios (si es que lo mencionan), etc. Así, cada uno de nosotros, dice lo que “ha ido aprendido sobre Él”; claro, algunos de ellos (y nosotros), no solo repetimos lo que nos han dicho, sino que también compartimos “nuestra” respuesta a la siguiente pregunta.

§  ¿Quién dices que soy yo? Es ya una pregunta directa a mi persona … cuya respuesta es la que yo elaboro de mi experiencia de encuentro con Él: en el estudio (cristología), en mi oración, en mi vida, en mis relaciones interpersonales, en la naturaleza… en la vida.

Conforme vamos creciendo en edad, en sabiduría, tal vez hemos ido confirmando lo aprendido o cambiando de percepción, sobre quién es realmente Jesús; como en toda relación humana, para conocer al otro, saber que piensa, que le gusta, que lo hace vivir, gozar, trabajar, soñar … tengo que dedicarle tiempo, escucharlo, convivir … solo así lo podré conocerlo personal e interiormente, sabré quién y cómo es, lo que le mueve y hacia dónde va. Mis respuestas serán, las mías, no “lo me dijeron”, estaré dando razón de mi experiencia, de mi encuentro personal. Entonces, que respondería hoy a la pregunta que me hace Jesús: “¿quién dices (aquí pongo mi nombre) que soy yo?”.  

¿Cómo es mi relación de Jesús?... ¿Conozco lo que Él propone para vivir mejor?... ¿Cómo puedo conocerlo mejor?...  


Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
#RecursosParaVivirMejor
www.ccrrsj.org


(esta reflexión se publica en https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP)


sábado, 19 de agosto de 2023

XX Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A .

 XX Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 15, 21-28) – 20 de agosto de 2023



La liturgia, hoy nos recuerda que el mensaje y beneficio de la Buena Nueva es para todos; leamos el pasaje, imaginando la escena, para comprender que me dice a mí, para mi vida…

Evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".

Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!" Él le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

 

Reflexión:

¿Cómo está mi confianza en Jesús?

Aparentemente, la actitud de Jesús, ante la mujer cananea (no judía), es desconcertante, pero, si ponemos atención y conectamos las lecturas, podemos entender, aclarar, aprender y sacar provecho del encuentro con la mujer:

La mujer es una “extranjera”, en necesidad, pide ayuda a gritos, insiste, suplica … como estamos muchas veces cada uno de nosotros; Jesús, andaba en la “frontera” de Israel, acerca de “gente diferente” (no judía),  posibilitando encuentros … como podría salir yo de mis prejuicios, para acercarme y dialogar con quién no es y/o piensa como yo; los discípulos notan en Jesús una aparente “indiferencia” y “desprecio”, a la extranjera, a la diferente, y piden que la atienda … como yo podría hacerlo, poniendo atención a las necesidades de “quién sea”, le rogara a Jesús les atienda (a través de mi).

Conectando las lecturas, San Pablo nos recuerda, en Romanos 11,13-15.29-32, que la misericordia de Jesús es también para “los que no son judíos”, los “rebeldes”, y Jesús confirma y muestra cómo hacerlo: "Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia … para todos los pueblos'' (cfr. Isaías 56, 1.6-7) … necesitamos orar, pedir, rogar e insistir a Jesús con fe.

Cuando confiemos y hagamos lo que nos enseña Jesús, él mismo nos dirá: ¡qué grande es tu fe!

¿Cómo las necesidades de los demás revelen mi misión?... ¿O me echo atrás y "no respondo"?... ¿Hasta qué punto son sinceras mis conversaciones con Dios? 

PD.  Hoy, hagamos oración, uniéndonos a la Jornada de Oración por la Paz: https://bit.ly/PorLaPaz230820

 

Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
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(esta reflexión se publica en https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP)


sábado, 12 de agosto de 2023

XIX Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A

 XIX Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 14, 22-33) – 13 de agosto de 2023

El evangelio de hoy, nos pone a reflexionar sobre la fe y la confianza que tenemos en Jesús, en medio de las tormentas de nuestra vida:

Evangelio según san Mateo 14, 22-33

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa, y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron, y decían: "¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".

Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".

 

Reflexión:

¿Cómo confiar plenamente en Jesús?

En este relato, podemos reflejarnos en Pedro, quién, junto a los demás discípulos, enfrentan una tormenta en el mar mientras intentan cruzar en una barca, hacia la otra orilla. La imagen de la barca zarandeada por las olas simboliza las dificultades y desafíos que todos enfrentamos en nuestra vida.

Jesús se aparece caminando sobre el agua, lo que despierta tanto miedo como asombro entre los discípulos. La petición de Pedro de caminar también sobre las aguas muestra su (nuestro) deseo de imitar y seguir a Jesús, pero su duda y miedo lo llevan a hundirse momentáneamente; esto nos invita a reflexionar sobre cómo, en tiempos de dificultad, flaqueamos en nuestra fe y confianza en Dios, permitiendo que el miedo y la incertidumbre nos dominen. Sin embargo, también nos recuerda que, cuando mantenemos nuestros ojos en Jesús y confiamos en Él, incluso en medio de las tormentas más intensas, podemos encontrar la fortaleza para sobreponernos y seguir adelante.

Igualmente nos pasa a cada uno de nosotros, en nuestra relación con Dios, cuándo nos sentimos llamados a dar pasos que desafían nuestras propias limitaciones y temores, solo poniendo en nosotros la confianza, nos lleva a hundirnos.

Jesús siempre extiende su mano para salvarnos, y también nos reprocha nuestra poca fe en Él. En última instancia, este pasaje del evangelio, nos anima a mantener nuestros ojos en Jesús en medio de las tormentas de la vida, confiar en su poder para sostenernos y tener la valentía de dar pasos hacia Él.

¿Qué me asusta y sorprende de Jesús?... ¿Cómo puedo confiar más Jesús?... ¿Cómo dejarme salvar por Jesús?

PD.  En agosto 22 comenzamos los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola … Información y registro en: https://bit.ly/ejerciciosOL

    [Publicado en https://bit.ly/EH-19TO-A-230813]

Alfredo Aguilar Pelayo

alfredo@ccrrsj.org

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sábado, 5 de agosto de 2023

XVIII Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A

 XVIII Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 17, 1-9) – 6 de agosto de 2023



Hoy Mateo narra cómo se presenta Jesús, tal cual es, a tres de sus discípulos… y hoy a mi:

Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: "Levántense y no teman". Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos".

 

Reflexión:

¿Cómo es estar en presencia de Jesús?

Este texto ya lo habíamos reflexionado, en el Segundo Domingo de Cuaresma (https://bit.ly/EH-2C-A-230305) y lo podemos complementar hoy, dando continuidad a los domingos pasados que, con parábolas, describen que es el Reino de los cielos.

Tomando del pasado miércoles, en la oración de Rezandovoy.org, dicen que “el Reino es la presencia de Dios en medio de la historia y de nuestra vida...”, entonces podríamos decir que, así como Jesús se “transfiguró en su presencia”, ante sus discípulos (y conversando con los profetas Moisés y Elías), también se nos muestra a cada uno de nosotros … en nuestra historia, en nuestra vida; tenemos que reconocerlo, aunque nos de miedo, escuchar lo que dice (nos saca de nuestro ego), los nos enseña (a amar) y a lo que nos invita (ser fraternos) … él mismo nos dice “no teman”.

Para darnos cuenta de su presencia, tan solo tenemos que “escucharlo”, estar atentos, y haciéndonos conscientes de su presencia, en nuestra vida, en nuestra historia.

Así, escuchando a Jesús y sin miedo de poner en práctica sus enseñanzas, no tenemos por qué quedarnos (siempre, o casi siempre, como excusa) contemplando a Jesús; hay que “levantarnos” y llevarlo a nuestra a nuestra vida y para la vida de los demás… Desde nuestra experiencia de encuentro con Él, es como podremos “encontrar a Dios, en todo” (cfr. San Ignacio de Loyola, EE 236).

¿Cómo puedo reconocer a Jesús, tal cuál es?... ¿Cómo escucharlo con atención?... ¿Cómo transmitir la experiencia de la transfiguración?

PD.  En agosto 22 comenzamos los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola … Información y registro en: https://bit.ly/ejerciciosOL

Alfredo Aguilar Pelayo

alfredo@ccrrsj.org

#RecursosParaVivirMejor

www.ccrrsj.org


Columna publicada en https://bit.ly/EH-18TO-A-230806